La singularidad tecnológica está cerca y llegará con el progreso tecnológico del siglo XXI y el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), según escriben científicos y filósofos transhumanistas.
Estamos hablando de la mejora de la biología humana por medio de la tecnología, de interfaces cerebro-ordenador o incluso de redes informáticas o robots lo suficientemente inteligentes como para mejorarse a sí mismos.
Según Kurzweil, cuando esto ocurra, las personas se liberarán de sus cadenas biológicas y se consagrará la inteligencia como el fenómeno más importante de nuestro universo.
“Las personas no envejecerán, superarán muchas enfermedades, incluso la muerte, consiguiendo alcalzar la inmortalidad cibernética. Además, se eliminará el sufrimiento, aumentará la abundancia en el planeta y los seres humanos serán más felices”, explica Cortina.
Internet integrado en las personas
Internet de las Cosas podría acabar dando paso al Internet de las Personas. De hecho, el padre de Internet, Leonard Kleinrock, explicó en una entrevista a este diario que Internet se convertiría en un sistema nervioso mundial, en el que no harían falta dispositivos porque el hardware necesario (como teclados, cámaras, micrófonos o pantallas) estaría integrado por medio de nanotecnología en todas partes, incluso en el cuerpo humano. Cuando esto ocurriese, según cuenta Serra, sería “el final de la cultura del esfuerzo”, ya que las personas obtendrían todo el conocimiento en Internet.
De este modo, el cerebro se centraría en “buscar nuevas respuestas y adquirir nuevas habilidades, con lo que se generarían nuevas funciones”.
Sin embargo, para que la evolución fuese lógica, “habría que garantizar que la capacidad deliberativa se mantenga intacta para que se puedan tomar decisiones libres”.
Por su parte, Cortina advierte que el conocimiento que se esté guardando en Internet debería también incorporar planteamientos sobre ética global para que no desaparezca la naturaleza actual del ser humano.
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